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Diseño
gráfico en 1929.
La
promoción de la Exposición Ibero Americana de Sevilla
Ainhoa Martín Emparan
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Cartel oficial de la exposición Iberoamericana.
Gustavo Bacarisas
La
Exposición Ibero Americana de Sevilla de 1929, que se celebró al mismo
tiempo que la Exposición Internacional de Barcelona, sirvió para dar
un impulso de regeneración a la industria gráfica española¹. La
Exposición buscaba representar como símbolo a los pabellones
americanos, cada uno con sus banderas, presididos por el pabellón
español, o como fue la idea original: de la Corona Española². En los
comienzos del siglo XX, Sevilla mostraba para este objetivo un marco
económico profundamente deprimido, sin industrializar, con escasas
infraestructuras y
sostenida sobre recursos rurales. Frente a los datos reales, la
capital hispalense ofrecía, no obstante, el recuerdo de la riqueza
de los siglos XVI y XVII, cuando la ciudad servía de puerta de
Europa que monopolizaba el comercio de los barcos que llegaban de las
Indias. Esta imagen había sido idealizada por los pintores y
escritores románticos europeos del XIX, que despreciaban el vigoroso
proceso industrializador acometido más allá de los Pirineos y
ensalzaban el paraíso perdido que creyeron hallar en España y
particularmente en Andalucía.

Cartel, Juan Miguel Sánchez
Junto a esta referencia simbólica gráfica e ideológica europea que
impregnaba los preparativos de la Exposición, el dictador Miguel Primo
de Rivera había hecho propios algunos de los postulados
regeneracionistas que exigían que se emprendieran de inmediato en
España reformas estructurales y económicas que permitiesen al país
salir de la crisis tras la degradación del sistema político canovista
de la Restauración. La promoción gráfica relacionada con la
Exposición³ responde a un
espíritu propagandístico, sustentado desde la primera estructura
interna del Comité Ejecutivo de la Exposición creado por el
ayuntamiento (20 de diciembre de 1911), donde ya se estableció
“Comisión de Propaganda”. En 1926, bajo el mandato del nuevo Comisario
Regio, Cruz Conde, se creó una Dirección de Propaganda dependiente de
la Comisión Permanente, que invirtió 1.131.000 pesetas en dar difusión
a la Exposición. Además, el gobierno puso en marcha un Comité de
Enlace (de carácter estatal y encargado de coordinar las Exposiciones
de Sevilla y Barcelona) que emprendió una campaña de propaganda de las
dos exposiciones nacionales bajo el epígrafe conjunto de Exposición
General Española. El presupuesto sumó hasta marzo de 1929 medio millón
de pesetas, que sirvieron para la publicación de carteles, folletos,
catálogos, etc.

Cartel, Juan Balceras
A
partir de la segunda década de los años veinte, más allá de la
frontera española, el arte moderno había entrado en la etapa de los
ismos (futurismo, cubismo,
suprematismo, constructivismo, etc.) La mayor parte de la obra gráfica
que anuncia la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929 muestra
un estilo costumbrista que enfatizaba el regionalismo andaluz, si bien
la muestra sirvió para renovar el panorama, y
encontramos en la producción gráfica numerosos rasgos estéticos
de modernidad formal.
En
el contexto europeo de la época hay que recordar que el estilo
Art Nouveau sobrevivió al
comienzo del siglo XX, aunque fue pasando de moda. Toulouse-Lautrec
murió en 1901, mientras Mucha y Cheret dejaron de pintar carteles, lo
que abrió el campo para nuevos creadores como el caricaturista
Leonezzo Capiello, que inició su carrera como cartelista en 1898 en
París. Aunque influenciado por los maestros del cartelismo antes
citados, rechazó la profusión de detalles y adornos que habían
caracterizado los carteles del
Art Nouveau y propuso imágenes mucho más simples y también más
impactantes, buscando captar de inmediato la atención de los
espectadores. En 1906 publicó su cartel del licor
Maurin Quina.

Leonezzo Capiello, 1906
El
dibujo de un diablo verde sobre un fondo negro con tipografía de palo
seco revolucionó el arte del cartel y fue una influencia determinante
para muchos diseñadores posteriores. Capiello realizó más tarde el
cartel de Cinzano, considerado otra obra maestra del género. El
modernismo temprano del Art
Noveau también estaba siendo transformado en varias escuelas
europeas, como Deutscher Werkbund de Alemania, la Secesión de Viena
austriaca o la escuela escocesa de Glasgow. Poco a poco fue cayendo en
desuso la ornamentación curvilínea, imponiéndose estructuras más
funcionales, donde predominaban las líneas rectas y las disposiciones
geométricas. Entre 1906 y 1918 se desarrolla en Alemania el estilo
Póster, o “Plakastil” iniciado por Lucien Bernhard en Berlín en 1905.
El naturalismo dejó paso así a una nueva manera de ilustrar,
que utilizaba formas más simples y ponía el énfasis en los colores.
Cassandre, Hans Rudi Erdt, McKnigth Kauffer, Schulz-Neudamm o Austin
Cooper, fueron algunos de los seguidores de las nuevas técnicas que
modernizaron el cartel.
La
convocatoria del concurso nacional de carteles para anunciar la
Exposición la ganó Gustavo Bacarisas con una obra de inspiración
Déco en la que se muestran
acusadas muestras de geometrización del espacio e influencia del
cubismo. También en la serie editada para anunciar las Fiestas del
Primavera de Sevilla de los años 1929 y 1930, es patente la
inspiración cubista de las imágenes de Juan Miguel Sánchez de 1929 y
en las de Juan Balcera y León Astruc de 1930, con planos que se
superponen mostrando elementos estilizados de elevado cromatismo.
También se aprecia el estilo
Déco en el cartel de Roberto Martínez Baldrich, un artista
afincado en esa época en Nueva York como ilustrador de revistas de
moda como Vogue o
Harper´s.
Esta renovación formal se mantuvo hasta la guerra civil con
carteles que volvieron a ser firmados por Juan Miguel Sánchez (1931) y
Juan Balceras (1932,1935, 1937), además de los realizados por Enrique
Estela Antón (1933, 1936) y Francisco Hohenleitter (1934)4.
En
los títulos de los carteles predominan las fuentes decorativas gruesas
y sin remates, en las que se modifican, de una u otra manera, tipos ya
establecidos. En aquellos que tienen más pretensión de vanguardia,
como el cartel de Bacarisas, la inspiración es geométrica, con un tipo
ancho y grueso sin remates, con fuerte contraste y una abrupta
transición entre sus astas, unos rasgos de modernidad tipográfica que
habían nacido a principios del siglo XX con el movimiento futurista y
su reivindicación de la intensificación geométrica de las formas y que
influyeron más tarde en la tipografía de la Bauhaus.
Además de los carteles, la Exposición Ibero Americana justificó la
publicación de libros, catálogos, folletos, postales, sellos
conmemorativos; también se realizaron otras aplicaciones promocionales
como barajas de cartas, juguetes, etc.
Aunque en las primeras décadas del siglo XX aún no se trata el diseño
gráfico tal y como lo conocemos hoy en día, Chambonnaud ya advertía en
1927 que lo más frecuente es que las empresas confiaran la realización
de sus prospectos, folletos, o impresos directamente a las imprentas,
cuyos responsables con frecuencia desconocían las técnicas más
avanzadas de composición y redacción5. Señalaba que los
impresores sólo eran especialistas en tipografía, litografía o en
otros procedimientos gráficos; pero no en composición de imágenes ni
en redacción de textos; pese a lo cuál, no solían rechazar los
trabajos, ni le sugerían a los clientes que se dejasen asesorar por
los diseñadores de aquél tiempo; entonces aún denominados “técnicos en
publicidad”. Además, este autor señalaba que los impresores carecen de
tiempo y medios para realizar investigaciones para lograr mejorar la
presentación de sus trabajos, “hallar formas nuevas, componer dibujos
u ornamentaciones artísticas”, para lo que se consideraba preciso:
...además del tiempo material necesario para su ejecución, invertir
muchas horas examinando documentos en las bibliotecas y reflexionando
sobre ellos (...) Es indudable que cuando se trata de componer sólo
texto o ajustar varias páginas, casi todos los impresores son capaces
de hallar una disposición buena; pero esta disposición, que puede
parecerles bien, ¿será la más a propósito para los gustos de la
clientela? Esto no lo puede saber el impresor, a no ser que se lo
hayamos advertido antes sirviéndole de guía en el trabajo6.

Maqueta Libro de Oro de la Expo
En
la maquetación de los folletos, catálogos y suplementos relacionados
con la Exposición Ibero Americana de 1929 predomina la columna única o
doble con párrafo ordinario. Suelen emplearse capitulares al comienzo
de los artículos, muchas de ellas floridas y es frecuentes el uso de
elementos decorativos como viñetas, gracias tipográficas, orlas,
filetes y corondeles. La mayor parte del material español que promovió
la Exposición es perfectamente homologable al que se diseñó en Nueva
York para promocionar el evento. Los pocos catálogos que se conservan
procedentes de otros países iberoamericanos para promocionar sus
respectivos pabellones presentan maquetaciones muy legibles, en las
que predomina el equilibrio en la disposición del texto y las
fotografías, aunque sin renunciar a emplear elementos decorativos7.

Cubierta Confederación Sindical Hidrográfica
La
singularidad española se identifica en las cubiertas y portadas, en
las que se aprecia una mayor profusión de orlas recargadas, además de
ilustraciones con imágenes costumbristas y referencias gráficas a la
familia Real y a otros símbolos de raíz histórica. Hay que hacer
mención expresa a la innovación estética que aportó la maquetación del
catálogo oficial de la Exposición, el denominado
Libro de Oro Ibero Americano,
una obra de la imprenta santanderina
Aldus,
que muestra maquetas asimétricas y
juegos tipográficos en los encabezamientos que deben ser
calificadas como de vanguardia.
Además de los carteles, los catálogos, los folletos o la contratación
de suplementos monográficos en revistas y periódicos; la promoción de
la Exposición Ibero Americana también aprovechó las iniciativas que se
realizaron con fines comerciales a través de la venta numerosos
objetos promocionales, como tarjetas postales, álbumes artísticos, la
edición de sellos conmemorativos, naipes, monedas, juguetes, etc.
Pese a la intensa promoción gráfica la Exposición Ibero Americana
recibió apenas 820.000 visitantes, lo que la prensa de la época llegó
a achacar a una propaganda mal organizada y tardía; así como al precio
elevado de las entradas, a la crisis económica internacional, a la
falta de infraestructuras y a la inseguridad política que vivía España8.
Hay
que anotar que la revisión de las fuentes primarias9 ha
mostrado un panorama desolador. No se ha apreciado que las
administraciones tengan interés en recuperar la documentación que se
conserva en manos privadas y crear un archivo formalizado que recoja
específicamente las aportaciones de propaganda y diseño gráfico de la
Exposición. Además, los documentos relacionados con el certamen
sufrieron en el pasado un trato degradante. Estaban conservados en
unos locales de la Plaza de España de Sevilla que fueron adaptados
para albergar a los damnificados durante la inundación de la capital
hispalense de 1936. Buena parte de aquellos papeles históricos, que
fueron también historia del diseño gráfico español e iberoamericano
ardieron como combustible.
Ainhoa Martín Emparan (1975). Diseñadora,
profesora e investigadora especializada en historia del diseño gráfico
español durante el primer tercio del siglo XX.
Licenciada en Bellas Artes —especialidad
Diseño— por la Universidad de Granada y Doctora en Bellas Artes por la
Universidad de Málaga, con la tesis doctoral
Diseño Gráfico en la Exposición
Ibero Americana de Sevilla. 1929, dirigida por el catedrático de
Diseño de la Universidad de Málaga Sebastián García Garrido. Profesora
funcionaria de Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Plásticas y
Diseño de Sevilla. Es investigadora del equipo I+Diseño. Autora de
Diseño Gráfico y Estética
Moderna, El Aleph, Buenos Aires, 2007.
1. MARTÍN EMPARAN, A,
Diseño Gráfico en la Exposición Ibero Americana de Sevilla.
1929, Tesis doctoral, Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Málaga, 2008.
2. RODRÍGUEZ BERNAL, E,
La Exposición Ibero-Americana en la Prensa Local, Servicio
de Publicaciones de la Diputación de Sevilla, Sevilla, 1981,
p. 269 y ss.
3. MARTÍN EMPARAN, A,
op.cit.
4. AA.VV. Los carteles
en Sevilla. Fiestas de la Primavera, Consejería de Cultura
de la Junta de Andalucía, GRAFISUR,
Granada, 1989.
5. CHAMBONAUD, L; CARNICERO, A:
Arte de preparar
catálogos, prospectos e impresos atractivos, Labor,
Barcelona, 1933,
p. 17.
7. De pabellones dedicados a los países iberoamericanos
se han
rescatado para la tesis doctoral los catálogos de Estados
Unidos de Venezuela, de la República de Panamá y un folleto
sobre las Pinturas y Esculturas del Pabellón de Chile. Llama
la atención que ninguno de los tres esté editado en sus
respectivos países. El de Venezuela está impreso en Madrid, el
de Panamá en Hamburgo, Alemania, y el chileno en la propia
imprenta de la Sección del Libro de la Exposición.
8. RODRÍGUEZ BERNAL, E,
op.cit, pp. 385-387.
9. MARTÍN EMPARAN, A,
op.cit.
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