La revolución del color


Elvira Ruocco
Alfa Romeo Automobilismo Storico, Centro Documentazione
(Arese, Milano)

 

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A sus primeros clientes, Henry Ford II, presidente de la firma que hizo de Detroit la capital mundial del automóvil, les dijo: "Os daremos el coche del color que queráis, aunque sea negro".

Por mucho tiempo, en efecto, uno de las dogmas fundamentales en la industria del automóvil fue la absoluta convicción de que el color más apto para un coche era el negro o, a lo sumo, gris oscuro, es decir tonos que recordaban aquellos de los grandes carruajes de familia.

Los gustos de los automovilistas empezaron a cambiar en los años 1920-25, quizás por efecto de las ricas señoras que con sus caprichos pretendieron un coche "conjuntado" con el color de sus vestidos y joyas.

Han entrado en la leyenda el Rolls Royce amaranto y chófer con uniforme del mismo color, de Lady Mendl y el rojo Alfa de la baronesa Maria Antonietta Avanzo Bellan, que participó en la decimotercera carrera Florio, en 1922, con vestido rojo, sombrero rojo y largo velo batiente al viento.

Rojo, naturalmente.

El triunfo del color coincide con la época de oro de los fuera de serie de la posguerra, hasta alcanzar atrevidamente el coche bicolor, como el 1900 Berlina presentado en 1957 por la carrocera Boano y para el que se realizaron interesantes combinaciones de tonalidades. El doble color externo distinguió claramente el habitáculo del resto de la carrocería, aspecto y requisitos que hicieron a los 1900 Super particularmente aptos para una clientela elegante.

 

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En el mismo período, comenzaron también a difundirse los colores perlados, que se consiguieron mezclando al barniz un polvo sacado de las escamas del pescado. Se inició más tarde el uso de polvo de aluminio y seguidamente barniz metalizado.

Se volvió, por lo tanto, a gustos más sobrios pero que continuaron teniendo en cuenta la influencia femenina. De un sondeo realizado a principios de los años Sesenta, resultó que de cada diez hombres que fueron a comprar un automóvil, ocho volvieron, para la elección final, con una mujer. Normalmente, el parecer femenino se basó más en las cualidades estéticas que en las técnicas y el hombre, exhausto de contraponer cilindrada y estabilidad a "aquel amor de capotita" o a "aquel adorable azulado que combina tan bien con mi armario", acabó cediendo.

Por su parte, también la publicidad que, desde siempre, ha acercado la figura femenina al automóvil, más que llamar la atención del hombre aspiró a dirigir la elección de la mujer, que se identificó con aquellas figuras esbeltas pintadas al volante de un flamante spider o una elegante berlina.

 

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Las preferencias de los consumidores de los años Sesenta, estuvieron en los colores claros y posiblemente "perlados", por la convicción de que lo blanco se ensucia menos porque el polvo sobre este color queda a distancia invisible. Y pensar que sólo pocos años antes, el blanco no fue muy del gusto de los automovilistas, especialmente en el Norte, por la convicción de que el coche blanco fuera poco visible en períodos de niebla e hiciera, por tanto, correr el riesgo de choques por detrás.

En la segunda mitad de los años Sesenta, el blanco se convirtió en un color "clásico." En su gama estuvieron comprendidos los tonos que iban del gris claro al marfil. Pero las preferencias de la clientela fueron progresivamente dirigidas a colores más tradicionales o bien el gris en todo sus matices, el negro y el azul oscuro.

Pareció que todo se agotara en esta clasificación, cuando Alfa Romeo pensó que había llegado el momento de hacer algo más: de llamar Jole Veneziani, creadora de moda, reconocida sobre todo en atención al buen gusto y la amplia paleta de su colección. Antes de llegar la alta costura, la conocida diseñadora fue periodista, actriz, peletera. Convencida de que la moda no era un fenómeno independiente de cualquier otro factor de progreso, en su colaboración con Alfa Romeo, no sólo hizo una gran contribución en la búsqueda de los colores de la carrocería, sino también en los dibujos de los tejidos.

Los colores creados por Jole Veneziani fueron muchos y tuvieron nombres tan fascinantes como: verde bosque, aurora, amarillo pajizo, agua de manantial, espino albar, azules Helvetia, arena del Sahara. Entre los nuevos colores también hubo un rojo coral, rebautizado "tomate", que obtiene inicialmente un gran éxito. Una revolución por aquellos años si se considera el estándar al que se acostumbró.

Los revestimientos interiores fueron estudiados para contrastar de modo armónico con el color externo y estuvieron como tejidos insólitos la lana espigada, el brocado y el famoso pata de gallo del Giulietta orillado en negro o en blanco. Los tejidos realizados por Lanerossi fueron suaves y resistentes perfectamente conformes a las exigencias del gusto y la calidad.

Superaron una severa prueba mediante una serie de análisis de laboratorio que previeron la resistencia a la tracción, la solidez de los colores a la luz, al agua, al roce, al sudor y a la limpieza; en pocas palabras "un cuarto de estar en el coche."

Para presentar la nueva gama, Alfa organizó un desfile que partió de calle Montenapoleone en Milán: quince coches en los nuevos colores, con espléndidas modelos a bordo con los vestidos de la colección Jole Veneziani. El público se quedó asombrado delante de un 2000 Sprint verde con el interior en hojas, una extravagancia querida por la diseñadora para demostrar que el coche no es sólo un simple medio de transporte, sino al mismo tiempo línea, color, equilibrio cromático. Y sobre todo estilo.
Fue un gran éxito, tan rotundo que otras firmas tuvieron que conformarse y buscar nuevas gamas de colores para satisfacer el mercado que se volvió más exigente a partir del experimento de Alfa.

El Giulietta t.i. fue el primer coche de serie en lanzar al mercado el gris humo, que obtuvo enseguida el favor del público y que también fue adoptado por Lancia para sus Appia y Flaminia. Este color se reveló como un acertada apuesta porque fue apto para los coches elegantes, y al mismo tiempo fue suficientemente aceptado para ser considerado deportivo, y, es más, no era "sucia".

En 1963, en el Palace Hotel de Milán, se celebró el concurso "Nuevos colores para el Giulietta", una manifestación de la más alta categoría con creaciones de Jole Veneziani, de las hermanas Fontana y de Germana Marucelli, el non plus ultra de la elegancia y el refinamiento de la época.

Si como pasajeras, las mujeres desean el confort, como conductoras prefieren la seguridad y la facilidad de conducción pero no renuncian a la "clase" y refinamiento. Las revistas femeninas dedicaron amplios reportajes sobre como vestir en el coche y cómo evitar sentir incomodidad cuando el color del mismo no entonaba bien con el del vestido. Obviamente es más fácil contar con un ropero adecuado al color del automóvil que con una "escudería" a tono con los colores de los vestidos de las señoras. Y así nació la moda deportiva, un connubio de funcionalidad y elegancia. Mientras tanto, el color quedó como un factor determinante para la plenitud del automóvil.

Han pasados los años pero los colores preferidos en la moda y en los automóviles casi siempre son los mismos. Detrás de las tendencias de los colores se encuentra otra importante fuerza que empuja la industria de los barnices: los consumidores demandan colores que permitan al coche soportar la dura vida cotidiana y mantenerse más de diez años, o sea la duración media de un coche.

La actual tecnología de producción y aplicación de los barnices permite a los consumidores expresar las preferencias personales sin comprometer la duración del producto gracias a mejores pigmentos, a progresos en los efectos metalizados y a los barnices transparentes para una mejor protección de la carrocería.

Según una reciente investigación, el color plata es el primero en las preferencias de los automovilistas, superando el blanco. El negro está en tercera posición y el azul sigue erosionando la popularidad del verde.

 

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Los colores, también analizados bajo el aspecto de la visibilidad y la seguridad, nos proporciona señales precisas: un color claro y vivo será más visible en todas las condiciones atmosféricas con respecto a un color oscuro.

En cuanto respecta a las tendencias futuras, de la investigación emerge que el fuerte individualismo de los consumidores se expresará en la elección de tonalidad de amarillo para las utilitarias deportistas. Pero también subirá la demanda de colores como el azul y el rojo y los colores neutros, sobre todo en la gama de los blancos y el plata con tonalidades nacaradas, especialmente para los coches de lujo.

Como quiera que sea los colores metalizados están en continuo aumento con respecto de los perfeccionamientos pastel. La revolución de los colores sin embargo no ayuda sólo a nuestros gustos personales, también garantiza un barnizado original más ecológico y más protector.
El color es todo el mundo que nos rodea y nos acompaña toda la vida, condicionando nuestras elecciones y los gustos personales y, a veces, también nuestro estado de ánimo. Los psicólogos opinan que de la elección del color se podría deducir el carácter: el negro, para las personas de gustos basados en principios seguros, inalterables; el azul, para los sentimentales; el amarillo, para las personas llenas de vitalidad, el blanco, para los rutinarios, etcétera.

Pero hay un color para Alfa Romeo que es un clásico al que no renunciará nunca: el rojo.

Un rojo que es célebre como el rojo Valentino.

 

 

Homenaje Cien años de Diseño: Alfa Romeo 1910-2010. Fotografías: S. García Garrido.

 

 

 

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