cabecera
menu-intro vivienda inicio mosaico situacion actual sumario creditos bibliografia conclusiones experiencias didacticas hallazgos descripcion general descubrimiento enclave creditos sumario conclusiones fuentes documentales descripcion general enclave descubrimiento prologo experiencias didacticas descripcion detallada hallazgos malacologicos mosaico situacion actual inicio descripcion detallada hallazgos malacologicos mosaico situacion actual experiencias didacticas conclusiones fuentes documentales sumario descripcion general descubrimiento enclave prologo inicio creditos  

 

Introducción: breve historia de Marbella

 

Juan Carlos García Romero

 

Hablar de la Prehistoria no es tarea fácil, cientos de miles de años de presencia del género humano hacen de ella un tiempo muy largo y lleno de especulación. No cabe duda que la franja litoral de Marbella, con Sierra Blanca a sus espaldas, atrajo el interés de estos primeros pobladores. Sus abundantes recursos, numerosas cuevas y abrigos, caso de Palominas, Nagüeles o Puerto Rico, se convirtieron en el escenario propicio para el desarrollo y desenvolvimiento de la especie humana, en el lapso de tiempo que ocupa desde el Paleolítico Inferior al Neolítico. Estos yacimientos aportan datos arqueológicos puntuales, aunque insuficientes para comprender la adaptación de diversos grupos a este entorno y el uso que fueron dando a las cavidades ante las variaciones culturales y climáticas.

No obstante, existen dos yacimientos de gran valor que se corresponden con los momentos iniciales y finales de este tiempo anterior a la Historia. En el paraje conocido como Las Chapas, se encuentra Coto Correa, uno de los pocos yacimientos de la provincia cuya secuencia temporal se inicia en el Paleolítico Inferior; sus fósiles ayudan a entender los procesos naturales sufridos en la zona y los útiles líticos encontrados son un magnífico ejemplo de la “caja de herramientas” de los hombres del Paleolítico a través de quinientos mil años. La cueva de Pecho Redondo alberga pinturas rupestres, de color rojo, esquemáticas, testigos directos que nos han llegado hasta hoy y vía de aproximación a aquellos humanos y su capacidad de adaptación.

Con la benignidad del clima el territorio se hizo más generoso, permitiendo a los miembros de la cultura del sapiens desarrollar una profunda renovación cultural caracterizada por nuevos patrones de asentamiento y de explotación del territorio. Los yacimientos de Coto Correa, nuevamente y el Lomo del Espartal asociados con restos de cerámicas, hachas y láminas de sílex, pudieron albergar asentamientos que permitían un mayor acercamiento al mar. Así como espacios destinados a los primeros cultivos que, aunque no localizados, debieron estar cercanos a las riberas de los ríos Real y Verde.

Para los momentos previos a la llegada de los fenicios carecemos de registro arqueológico. Este territorio, vinculado al área de cultura tartésica, debió desarrollar núcleos de poblamiento protourbanos, extremo no confirmado por la falta de intervenciones sistemáticas y la presión urbanística.

En la desembocadura de río Real se han encontrado restos de una factoría fenicia construida en el siglo VIII a. C. Una vez más el condicionante físico sería determinante en la creación de este asentamiento y, de nuevo, la exhumación de parte de los restos por la Arqueología, sólo pudo constatar la existencia de esta factoría inscrita en el área de acción del comercio fenicio, siendo hasta el momento inaprovechable en el ámbito de la investigación. En términos generales, las diversas estructuras de viviendas evidencian el progresivo afianzamiento urbano en el litoral de poblaciones semitas y cómo estas áreas debieron ser un punto estratégico en el intercambio comercial y cultural con el interior. Es conocido que los fenicios no conquistaron territorios y que la existencia de factorías por todo el litoral, garantizaba una navegación de cabotaje segura y fluida. Las colonias aglutinadas en torno a Gadir, se caracterizaron por estar situadas en pequeños promontorios y junto a las desembocaduras de ríos. Un paisaje característico que para seña de identidad de este asentamiento, se completaba con la existencia de minas de hierro. Una de las contribuciones de esos hombres del mar, en relación con el tema de este trabajo, fue el desarrollo de la producción de los famosos tintes de púrpura, obtenidos a partir de las secreciones de moluscos, como los millares de fragmentos de murícidos encontrados en la villa romana de Río Verde.

La expansión comercial de las factorías fenicias debió verse limitada por la irrupción de Cartago, provocando cambios en las poblaciones indígenas y fenicias. Quizás la creación o modificación de Cerro Torrón sirve de ejemplo como enclave en que ambas poblaciones se fundirían.

La reorganización que supuso para estas costas la conquista romana y el impulso del comercio derivado de las producciones de salazones, especialmente el garum, queda reflejado desde el punto de vista arqueológico en los yacimientos situados junto a la desembocadura de río Verde y arroyo del Chopo. Su existencia es el reflejo del alto nivel de desarrollo económico, social y cultural que alcanzaron estas poblaciones entre los siglos I y IV d. C. y que tuvo como consecuencia la construcción de obras donde primaba lo grandioso y lo suntuoso. No obstante, a pesar de la singularidad de estos restos, no existe constancia de la existencia de las industrias vinculadas a la pesca como producciones de cerámica, hornos, etc. ni si estuvieron vinculadas a un poblamiento de mayor entidad. La falta de un núcleo urbano vertebrador de los dispersos asentamientos situados en la costa y de los que hubiera ubicados en el interior dedicados a la agricultura, del tipo de Cilniana y Salduba nombrados para esta zona por historiográfos romanos, no permiten hablar de una estructura urbana consolidada.

El fin de la Edad Antigua debió suponer, por comparación con otros lugares, un descenso poblacional y una progresiva transformación de la ocupación del territorio. Con la excepción de la Basílica Paleocristiana de Vega del Mar, los asentamientos costeros desaparecieron tendiendo la población a aprovechar las defensas naturales de la sierra. Esta tendencia alcanzaría su cenit durante los siglos de formación de al-Andalus, consolidándose un poblamiento disperso y poco ordenado, caracterizado por su carácter rural y militar. Esta etapa, escasa en cuanto a registros arqueológicos y documentales, finaliza durante el reinado del Califa Abderrahmán III. La construcción del castillo-alcazaba de Marbella obedece, entre otros propósitos, al control y organización económico-administrativa de este territorio plagado de alquerías que formaba la “Tierra de Marbella”. Junto a esta fortificación, la formación de la madinat Marballa dará coherencia a este territorio, ahora sí, referenciada con claridad en las fuentes islámicas. En este tiempo se erigió en uno de los pueblos más importantes de la Cora de Raya, cuyos límites se correspondían más o menos con la actual provincia de Málaga.

La madinat fortificada sufrió las consecuencias de las pugnas entre musulmanes, jugando un papel destacado en las luchas por el control del estrecho de Gibraltar; primero, como posesión del protectorado meriní sobre esta área y, después, como villa fortificada granadina en el extremo occidental de su reino.

Como zona fronteriza con el territorio cristiano, la Marbella nazarí sufrió la presión de la conquista, integrando a gentes procedentes de zonas conquistadas por los cristianos, a cautivos cristianos así como el acuartelamiento de fuerzas militares permanentes.

La exitosa maniobra del ejército real en Ronda, minó el ánimo de los vecinos de Marbella y su tierra que, temiendo la embestida cristiana, pactaron la rendición con las tropas fernandinas.

El 11 de junio de 1485, Marbella fue tomada por los Reyes Católicos. La ciudad recibió a los nuevos repobladores o colonizadores despidiendo a buena parte de la población islámica y, con ellos, se modificó el sistema de propiedad y el aparato administrativo-político.

Tras la caída de Málaga el territorio se articuló en torno a cuatro ciudades. Una de ellas fue Marbella, que actuó como cabecera de distritos rurales, formando parte de las seis vicarías de la diócesis malagueña.

La empresa militar dio paso a la empresa evangelizadora. La instauración de la nueva religión conllevaba la creación de una infraestructura religiosa acorde con el nuevo ideal urbano. Los lugares de culto musulmanes pasaron a ser cristianos, caso de la Iglesia de la Encarnación y la Ermita de Santiago, completándose la presencia religiosa con el Convento de la Trinidad, el de San Francisco, las Iglesias de San Sebastián y del Santo Cristo y las capillas de los hospitales Bazán y San Juan de Dios.

Esta nueva concepción urbanística, proceso que durará varios siglos, vendrá acompañada de la apertura de la plaza pública, hoy plaza de los Naranjos, la construcción de casas palacios y el crecimiento de barrios extramuros de la ciudad. La modificación y expansión de esta villa, favorecida por las exportaciones de productos agrícolas, será el escenario de una sociedad estamental definida por el dominio de un grupo oligárquico que monopoliza las instituciones concejiles, por ser la agricultura el pilar fundamental de la economía y por la continuidad de la presencia militar con el castillo de San Luis.

A lo largo del siglo XIX se produjeron una serie de cambios económicos y la transición demográfica hacia un régimen de signo moderno. Las primeras décadas estuvieron marcadas por la destrucción y las penalidades, ocasionadas por la Guerra de Independencia. La revitalización del cultivo de la caña y la consiguiente fabricación de azúcar, no pudo reducir por su carácter conyuntural la situación de penuria económica de la ciudad, agravada por la pérdida de los bienes de propios y comunales durante el proceso desamortizador. La estructura productiva estuvo dominada por las iniciativas mineras, especialmente la ferrería de la Concepción, por lo que Marbella fue pionera en la denominada “anticipación andaluza” dentro del proceso industrializador del XIX. La decadencia de estas industrias en los años sesenta coincidirá con uno de los sucesos más importantes que jalonan este siglo: la creación de la colonia agrícola de San Pedro Alcántara. Marbella iniciará el siglo XX con un modelo económico y social cuyas características recuerdan a tiempos pretéritos: el tejido industrial desmantelado, la extracción minera en manos extranjeras y buena parte de la propiedad de la tierra distribuida en latifundios.

 

 

pie bibliografia inicio sumario creditos

   

inicio sumario creditos fuentes documentales