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Picasso, diseño de filigranas para marcas de agua
Rafael León
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Me gusta contarlo. Yo estaba con Lluís Morera en su molino de Ca
l'Oliver, de Sant Quintí de Mediona, y veía, en una fotografía
ampliada en dimensión mural, la figura de un alabrent, de un
obrero o laurente o sacador, en su trabajo. Era un retrato de su
padre, Joseph, tan querido amigo mío, sacando en la tina vella¹
de Guarro un papel que en esa foto ampliada permitía ver -a la
luz sesgada de aquel momento antiguo- la filigrana para los pliegos
del libro de Cela/Picasso Gavilla de fábulas sin amor,
publicado hacía casi cuarenta años.
Quise ir entonces con Joseph a Guarro, en Gelida, gentilmente abiertas
para él las puertas de la vieja instalación a la que había dado tantos
años suyos. Y el libro de Cela/Picasso -un ejemplar de ese libro-
estaba allí con su doble filigrana.
Pero había más sobre lo que había empezado a ocuparme, porque allí
estaba también la tela que había servido para estampar La
tauromaquia o arte de torear de José Delgado, 'Pepe Illo',
ilustrada por Picasso. Gustavo Gili, el editor, había puesto el mayor
empeño en que Guarro sacase un papel propio para aquellos grabados
porque el pintor recordaba la calidad del hilo de aquella firma. "La
segunda de mis preguntas -escribe Picasso- es relativa al papel, en
cuya fabricación la casa Guarro ha estado tardando tantísimo tiempo
por el hecho de que, emocionados ante la noticia de que iba a ser para
una edición ilustrada por usted, han querido superar la calidad
lograda en casi tres siglos de existencia de la casa. Ello ha dado por
resultado haber obtenido un papel que, si no es exactamente el clásico
Japón nácar, se le asemeja muchísimo, constituyendo una trouvaille,
prestándose además para la impresión de los aguafuertes mejor que
ningún otro, estando realmente orgullosos, y creo que con razón, de lo
que han logrado. Ahora bien, esto me pone ante el dilema de si de
dicho papel encargo una fabricación para todos los ejemplares (de
tête) o si del mismo echamos tan sólo mano para las suites, duda
que le someto a usted para que la decisión que se adopte sea lo más
posible de su agrado".
Gili tenía aún un deseo más, y traduzco la carta que, en catalán,
escribe Sabartés exponiéndoselo: "Me permito enviarle ahora un libro
sobre las marcas o, mejor dicho, las filigranas de papeles españoles
antiguos y principalmente catalanes². Manteniendo siempre la idea de
que nuestro libro ilustrado por Picasso tenga la mejor condición de
bibliofilia posible, se me ha ocurrido que si Picasso viese estos
documentos, y contando con la experiencia de él, tan inquieto y joven,
muy bien pudiera ser que se entusiasme y dibujase una filigrana
exclusivamente para el papel de Pepe Illo. ¿Qué le parece a usted? Yo
creo que sería un precioso detalle para hacerlo constar en el colofón.
Por su parte los Guarro estarán contentísimos de elaborarlo, ya que
papel con filigrana son casi los únicos en hacerlo en nuestra tierra,
y sobre todo porque, tratándose de Picasso, están dispuestos a hacer
todo lo que se le pida". Picasso satisfizo a Gili, quien pudo marcar
su papel con una de las 48 cabezas de toro que en 1952 trazó en un
álbum de carácter sin duda preparatorio³. Lo que importa es que
Picasso estaba ya en el camino de las filigranas, y bástenos recordar
sus marcas al agua para los Sonetos de Góngora y para
Corps perdu de Aimé Césaire.
Con todo, no eran sólo esas filigranas - las de Gavilla y la
Tauromaquia - las deudas de Picasso con Guarro. Porque veo
allí, en Gelida, otra marca al agua para el mismo, aunque desconozco
el libro que pudo hacerse con ella. Es una confusión de cabezas y pies
que recuerdan a Fernand Léger, sobre todo. Y otra filigrana más, que
me inspira una especial ternura: el retrato de Jacqueline.
María Teresa Ocaña, directora del museo Picasso del Ayuntamiento de
Barcelona, cuenta la fecunda amistad que, tras la edición de La
Tauromaquia, se estableció entre el editor, Gustavo Gili, junto a
Anna María, su mujer, y Pablo Picasso junto a la suya, Jacqueline
Roque. Fruto de aquella relación entre las dos parejas fue el retrato
de Jacqueline encargado como filigrana a Guarro a través del editor.
Más tarde, muerto ya Picasso, Jacqueline encargó una nueva tirada de
pliegos con su retrato en la filigrana, pero Guarro había renunciado a
la elaboración de papel de tinta. No podía, sin embargo, desatenderse
el pedido, y la papelera lo delegó en su antiguo jefe de producción,
Joseph Morera, a quien había cedido la tela o verjura con aquella
marca. Una tela - dispuesta para sacar dos pliegos en cada maniobra -
que pude tener también en mis manos, en Ca l'Oliver, de San Quintín,
el molino de que he hablado en la primera línea de este escrito, y que
de allí calqué y puse sobre una nueva tela que a veces me lleva - para
mi uso y placer - al oficio de laurente.

[1] _Marca para la edición de La
Tauromaquia de Pepe Illo.

[2] _Marca para Sonetos de
Góngora.

[3] _Marca para Corps perdu de Aimé
Césaire.

[4] _Reproducción a partir del dibujo original para marca de agua.

[5] _Dibujo aplicado a la tela para la
fabricación del papel.

[6] _Marca con retrato de Jacqueline
(calco de la tela).

[7] _Marca con retrato de Jacqueline
(calco del papel).
¹ Vieja, porque procedía de las instalaciones de los Guarro de
Capelladas, según hace constar una inscripción labrada en la misma.
² Samuel Gili debió enviar a Picasso uno de los libros de Bofarul i
Sans, La heráldica en la filigrana del papel (1901), o Los animales en
las marcas del papel (1910). Y si Bofarull resulta admirable como
punta de lanza española en el levantamiento de las filigranas (sólo
adelantado por De la Serna Santander, en 1803, como preciosamete
expuso Hidalgo Brinquis en el V Congreso de la AHHP, en 2003), es
cierto también que hirió de gravedad a la historia del papel en España
al considerar que la aljama sarracena de Játiva era judía, lo que
participó al Blanchet, a Alibaux, y a cuantos investigadores se
hicieron cargo de aquella información que procedía nada menos que del
director del Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, y donde se
conservaban - y se conservan - todas las cartas reales a aquella
comunidad. Porque esa creencia concedió a los judíos, en nuestra
papelería, un puesto - que nunca tuvieron - de protagonistas, y que
ahora resulta muy difícil de rectificar.
³ Creo - si la memoria gráfica no me es infiel - que otra de aquellas
cabezas es la que constituye el símbolo del centro comercial Plaza
Mayor, en Málaga.
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